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Comer por los ojos


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Comer por los ojos

El sentido del gusto precisa de la interacción de sentidos como la vista y el olfato. Otras variables de las que depende son la textura, la temperatura y por supuesto, la presentación. Además, nuestro cerebro tiene en cuenta el contexto, el entorno en el que se realiza la degustación y las experiencias acumuladas en nuestra memoria, así nos permite hacer asociaciones. Esto explica que una misma comida o bebida nos sepa muy diferente dependiendo de cómo, dónde y con quién la realicemos.
A la hora de comer o beber, la información visual resulta de vital importancia y de ello se sirve la «Nueva Cocina«. Hoy día la presentación de platos y cócteles ha alcanzado una dimensión casi escultórica, en la que el resultado final es una combinación de colores, texturas y matices que sorprende al comensal y le invita a adentrarse en una experiencia única. En muchos casos la cocina ha pasado a elaborar pequeñas obras de arte de carácter efímero, que transmiten multitud de sensaciones y que a veces, juegan con apariencias que no son tales.
Una parte importante de esa “puesta en escena” de la comida o la bebida son, sin duda, los recipientes y la parafernalia con se sirven. La introducción de nuevos materiales y diseños en el mundo del menaje ha conseguido llevar a la mesa, mucho más que vajillas, cristalerías o cuberterías donde exhibir la obra maestra. Cada día surgen nuevas piezas e instrumentos, incluso ajenos al mundo de la restauración, que buscan innovar y provocar sensaciones nuevas.

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